La salud de las uñas es un reflejo directo del bienestar general de los pies. Una de las patologías más frecuentes que afecta tanto a hombres como a mujeres es la micosis ungueal, una infección producida por hongos que colonizan la uña y su lecho. Esta condición no solo compromete la estética, sino que también puede generar molestias, dolor y complicaciones si no se trata de forma adecuada.
En Valladolid, cada vez son más los pacientes que acuden al podólogo con signos de uñas debilitadas, engrosadas o con cambios de coloración, sin saber que detrás de esos síntomas se encuentra una infección fúngica que requiere atención profesional.
La micosis ungueal, también conocida como onicomicosis, es una infección causada principalmente por dermatofitos, levaduras y, en algunos casos, mohos no dermatofitos. Estos microorganismos encuentran en las uñas un entorno propicio para desarrollarse: humedad, calor y un acceso limitado de oxígeno.
Aunque puede aparecer en cualquier uña, las de los pies son las más afectadas, ya que permanecen en ambientes cerrados por el calzado y están expuestas a traumatismos, sudoración o pequeños cortes que facilitan la entrada del hongo.
Algunas personas tienen mayor predisposición a desarrollar este problema. Entre los principales factores destacan:
Uso frecuente de calzado cerrado y poco transpirable.
Hiperhidrosis (exceso de sudoración).
Traumatismos repetitivos en las uñas, frecuentes en corredores o deportistas.
Edad avanzada, ya que las uñas crecen más despacio y son más vulnerables.
Enfermedades como diabetes o problemas vasculares periféricos.
Sistema inmunitario debilitado.
Contagio en duchas públicas, piscinas o gimnasios.
La micosis ungueal puede avanzar de forma lenta y muchas veces pasa desapercibida en las primeras etapas. Sin embargo, prestar atención a sus signos iniciales es fundamental:
Cambios de coloración: tonos amarillentos, marrones o blanquecinos.
Uñas engrosadas y frágiles.
Desprendimiento parcial de la uña del lecho ungueal.
Olor desagradable en casos avanzados.
Dolor al calzarse o caminar cuando la infección progresa.
Detectar a tiempo la infección es clave para iniciar un tratamiento efectivo y evitar que el hongo se extienda a otras uñas.
Ignorar los síntomas o retrasar la consulta puede complicar el cuadro clínico. La uña puede llegar a deformarse por completo, dificultando el uso del calzado y provocando dolor constante. Además, la micosis ungueal puede convertirse en una puerta de entrada para otras infecciones en personas con defensas bajas o enfermedades crónicas como la diabetes.
Desde el punto de vista social y psicológico, también repercute en la autoestima, ya que el aspecto de las uñas afecta a la confianza del paciente en actividades cotidianas como ir a la piscina o usar calzado abierto.
El diagnóstico siempre debe realizarlo un podólogo. A simple vista es posible identificar signos clínicos, pero para confirmar la presencia de hongos se pueden realizar pruebas complementarias, como el cultivo micológico o la observación directa al microscopio. De esta manera, se asegura un tratamiento específico y se descartan otras patologías de la uña que pueden simular una infección fúngica, como la psoriasis o los traumatismos repetidos.
El abordaje de la micosis ungueal combina diferentes estrategias que el podólogo adapta según la extensión y gravedad de la infección:
Tratamiento tópico
Incluye lacas antifúngicas, cremas o soluciones aplicadas directamente sobre la uña. Son más efectivos en fases iniciales o cuando la afectación es leve.
Tratamiento oral
En infecciones avanzadas, el especialista puede derivar al médico para la prescripción de antifúngicos orales, que actúan de forma sistémica. Requieren control, ya que pueden afectar al hígado y tienen interacciones con otros medicamentos.
Terapia combinada
La combinación de tópicos y orales suele aumentar la eficacia del tratamiento.
Láser podológico
Una técnica innovadora que consiste en aplicar energía láser para eliminar el hongo de forma localizada. Su ventaja es que no genera efectos secundarios sistémicos.
Higiene y cuidados preventivos
Además del tratamiento clínico, el paciente debe seguir pautas de higiene: mantener los pies secos, usar calcetines de algodón, desinfectar el calzado y evitar compartir cortaúñas o limas.
La micosis tiene una alta tasa de recurrencia, por lo que la prevención es esencial. Recomendaciones básicas incluyen:
Secar bien los pies tras la ducha, especialmente entre los dedos.
Usar calzado transpirable y alternar pares para evitar la acumulación de humedad.
Evitar caminar descalzo en duchas o vestuarios públicos.
Mantener las uñas cortas y limpias, evitando cortes excesivos en los laterales.
Consultar periódicamente al podólogo para revisiones.
La micosis ungueal es una infección frecuente pero tratable si se diagnostica a tiempo. Con la ayuda del podólogo, es posible recuperar la salud y estética de las uñas, evitando complicaciones y mejorando la calidad de vida. No ignores los primeros signos: cuanto antes se actúe, mejores serán los resultados.
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